Los niños, cuando salían de la escuela en primavera, acostumbraban a jugar en el jardín del Gigante.
Un día, el Gigante, que era muy egoísta, tomó la decisión de prohibir a los niños jugar en su jardín. Pero cuando volvió de nuevo la primavera, toda la comarca se pobló de pájaros y flores, excepto el jardín del Gigante. La nieve y la Escarcha se quedaron en el jardín para siempre.
Así siempre era allí invierno. Pero un día el Gigante se arrepintió de haber sido tan egoísta.
Una mañana, estaba todavía el Gigante en la cama, cuando oyó cantar a un juego. Los niños habían entrado en el jardín por un agujero, y entonces con ellos volvía la primavera.
Los árboles se habían cubierto de hojas, los pájaros volaban piando alegremente, las flores crecían entre la hierba verde.
Y el Gigante se sentía feliz en el jardín jugando con los niños.
Oscar Wilde